El 30 de enero se celebró el Día Escolar de la No Violencia y la Paz cuyo principal objetivo es buscar una educación basada en la tolerancia, la solidaridad y la paz.
La conmemoración, establecida por la Unicef en 1993, apunta a que las aulas sean unos espacios de convivencia óptimos, en los que los niños y jóvenes puedan expresarse libremente y vivir de manera sana su relación escolar.
Es una realidad en muchos países que la violencia, no solo física sino también psicológica, es un factor determinante de la deserción escolar y, en los peores casos, de enfermedades o muertes infantiles.
La idea es que desde los diferentes escenarios sociales todos aporten a generar estos espacios libres de violencia. No se trata de una responsabilidad única de las instituciones educativas. Desde las familias la formación que se dé a los pequeños incide de manera importante en la forma de relacionamiento de los mismos en la escuela. Así mismo, estar atento a ellos, mantener un diálogo abierto y una relación que tenga como pilar la confianza, permitirá identificar a tiempo cualquier problema o matoneo del que pueda ser víctima el menor para así, enfrentarlo de manera oportuna y no permitir que se presenten secuelas más profundas.
Como parte del acompañamiento a los niños y jóvenes estudiantes es clave también enseñarles la mejor forma de actuar ante los casos del llamado matoneo o bullying (por su traducción al inglés) frente a los cuales la respuesta no puede ser actuar con más violencia.
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