El uso obligatorio del tapabocas paulatinamente se ha ido flexibilizando, pero ha dejado ciertos comportamientos, hábitos y secuelas en los niños, no solo en su salud oral, sino en su desarrollo integral.
El tapabocas fue el gran aliado durante la pandemia para prevenir la transmisión del virus. Sin embargo, portar la mascarilla de forma prolongada también pudo haber ocasionado resequedad en la boca, caries, mal aliento e incluso enfermedades en las encías, además de adoptar hábitos como morderse los labios o la lengua.
Para los padres de familia era complejo estar supervisando estos hábitos en los niños, pero tal y como lo señala la odontopediatra Ángela Patricia Dávila, más allá de los cambios en el patrón respiratorio, una de las consecuencias del uso del tapabocas es el deterioro de la salud oral. “Por ejemplo, al disminuir la ingesta de líquidos aparece la xerostomía, que no es más que la boca seca que causa el mal aliento. Digamos que no son causas directas, sino consecuentes al uso de las mascarillas”.
Por su parte, la también odontopediatra Sandra Virginia Rivera, señala que debido al uso prolongado se empezaron a percibir con más frecuencia casos de dermatitis atópica, acné y resequedad en la piel. “La aparición de hábitos orales como la succión labial hace que aparezca esa resequedad, pues el menor se hidrata los labios con la saliva y genera estos problemas”.
Enseñar con el ejemplo
Si los menores se muerden los labios, tapas o lápices; o se chupan los dedos, pueden lastimarse los dientes o alterar el crecimiento de los huesos. “Cuando se presenta una succión de objetos u otros hábitos inadecuados, deben consultar con un odontólogo para tomar medidas preventivas”, agrega Dávila.
Aunque la odontopediatra Sandra Virginia Rivera destaca que, gracias al uso de la mascarilla, algunos hábitos perjudiciales se lograron disminuir como comerse las uñas o chuparse los dedos. “Algunos padres han comentado con alegría que sus hijos espontáneamente dejaron el hábito de succión digital. Esto es muy importante, pues es un comportamiento que ocasiona secuelas en sus maxilares”.
La educación es vital para tener una buena salud oral. Por eso, el ejemplo de los padres se convierte en algo esencial y el principal es que tengan unos buenos hábitos de autocuidado, que vean que la seda y cepillo se usan tres veces al día. Además, es necesario acompañar, y en algunos casos guiar el lavado de dientes de los niños hasta los diez años. Luego, de manera progresiva, se les puede dar la libertad de hacerlo solos, pero es necesario que los padres supervisen ese proceso durante la etapa de crecimiento. Además, es menester promover la ingesta de comida saludable y limitar el consumo de dulces.
Secuelas de la pandemia
De acuerdo con cifras del Ministerio de Salud, en Colombia, antes de la pandemia, más del 60 % de los niños en etapa escolar sufrían de caries. Esta crisis se profundizó durante la pandemia, ambas especialistas reconocen que por las dificultades de movilidad y el confinamiento obligatorio en medio de la cuarentena, las caries que tenían los niños se volvieron más agresivas.
No obstante, desde su experiencia, Dávila advierte que el cambio más notorio fue en la falta de estímulo y desconexión en los niños, aspecto que ha afectado su desarrollo integral. “Al estar menos rodeados de gente y verlos regularmente con tapabocas, no veían las gesticulaciones y como vocalizaban, algo importante a la hora de aprender a hablar”, por eso identifica cierto rezago en la población infantil en términos de relacionamiento y socialización con las demás personas.
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millones de niños en todo el mundo sufren caries en los dientes de leche, según datos de la OMS.