Cantarles durante el embarazo, en el parto, en sus primeros meses de vida. El arrullo a un bebé es un proceso que puede iniciarse desde mucho antes de su nacimiento, con efectos físicos, emocionales y neurológicos sorprendentes. Los relaja, los tranquiliza, les reduce su malestar emocional.
Asesora Érica Martínez – Psicóloga y magíster en musicoterapia
Aunque poco extendida, la técnica del canto prenatal tiene importantes beneficios en el fortalecimiento del vínculo entre padres e hijo y en el desarrollo corporal y cognitivo del pequeño. Es un momento único que crea un ambiente de amor, confianza y protección.
“Es una herramienta que le permite a la mamá y al papá generar armonía emocional durante su embarazo y, en el parto, especialmente, facilita el proceso de llegada al mundo”, explica la psicóloga Érica Martínez, magíster en musicoterapia y experta en este tema, quien brinda cursos a madres gestantes hasta que sus bebés cumplen los tres meses de nacidos, en los que les enseña a cantarles desde el vientre para que al nacer reconozcan las notas, voces y melodías y se les facilite su adaptación al mundo.
Aunque este proceso de transición puede efectuarse solo con movimiento, Érica recomienda acompañarlo de una rutina musical, pues les será más placentero a los bebés y los conectará a través de risas, balbuceos o llantos con todas esas personas que intervendrán en su cuidado.
El arrullo sugerido es lento y armónico con el canto, sin afán. “Si se hace rápido el mensaje que se le está enviando al niño es que lo están arrullando, porque quien lo carga necesita que se calme y el efecto puede ser contrario”, indica.
¿Cómo cantarles?
La psicóloga recomienda también que el canto se haga con un tono específico, con notas bajas y dulces. Las canciones de cuna, por ejemplo, son de término medio y bajo, con tiempos lentos. Agrega, además, que los beneficios difieren de si la voz es masculina o femenina. La primera, más grave, impacta el desarrollo de la parte inferior, con efectos en la marcha y la estabilidad. La segunda, más aguda, ayuda al óptimo desarrollo de la zona superior del cuerpo (desde la cintura), incluyendo algunos aspectos neurológicos en el cerebro.
En general, arrullarlos desde las primeras semanas de gestación despierta en ellos una sensibilización a nivel de la vibración, ya que el primer sentido que se les desarrolla es el tacto. Así, de tanto escuchar los tonos de las voces y las canciones, empiezan a reconocerlas, lo que hace que se familiaricen con estas y se sientan confiados cuando las escuchan al nacer, devolviéndoles la seguridad que los acompañó desde su concepción.
Entonar durante el parto
Mientras la mujer está dando a luz, el canto prenatal es una buena terapia que benefician al bebé y a la madre. “El sonido oxigena. Es mejor que gritar”. Érica recomienda que el padre, si está presente, sea el que cante en ese instante, pues su voz grave ayuda a la producción de endorfinas en la mamá y por ende a la disminución del dolor.
Sano desarrollo
- Los arrullos también deben tener límites para que el bebé aprenda a ver el mundo desde otras perspectivas. Más allá de los brazos y rostros de sus cuidadores.
- Este canto relaja el sistema nervioso del niño y lo hace tranquilizarse cuando está llorando, los movimientos suaves le representan un estímulo rítmico que calma porque es similar a la sensación de estar en el vientre materno, estabiliza su ritmo cardiaco, le produce descanso y armoniza su respiración. Así, el movimiento, los sonidos constantes y la calidez de los brazos de sus padres, son el escenario perfecto para el sano desarrollo emocional y fisiológico del niño.
Un buen arrullo
El Consejo Nacional de Fomento Educativo da algunas pautas para efectuarlo:
- Levantar al bebé de manera suave; evitar movimientos bruscos para no asustarlo y nunca halar de sus manos o de los pies.
- El cuerpo del adulto debe ser un apoyo, soportando el peso del bebé en el pecho y en los brazos.
- El niño debe quedar acurrucado con la cabeza más arriba que el resto de su cuerpo.
- Si se va a levantar, es importante sostener su cabeza con una mano.
- Una vez cargado, hablarle, cantarle y mecerlo suavemente.
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