Tome precauciones frente a la contaminación atmosférica y conozca más sobre el tema.
Asesora Mariana Correa Aguirre – Médica internista
La salud y el bienestar humano dependen por completo de la naturaleza. Esta relación es recíproca —pues la salud del planeta también depende del hombre— y siempre ha existido, pero en la actualidad se percibe más claramente a través del impacto que causa el deterioro del medio ambiente en la salud humana.
Los alimentos que consumen las personas, el agua que beben y el aire que respiran son recursos que se obtienen de la tierra para satisfacer las necesidades básicas. Sin embargo, desde la Revolución Industrial y, sobre todo, en las últimas décadas, se vienen contaminando los suelos donde se producen los alimentos, las fuentes hídricas y la atmósfera, afectando de forma negativa la salud de los individuos. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), 23% de las muertes en el planeta se atribuyen a factores medioambientales. Dos terceras partes de estos se relacionan directamente con la contaminación del aire.
La médica internista Mariana Correa Aguirre explica los efectos de la contaminación atmosférica en la salud. «Existe una cantidad de procesos industriales o de cosas que utilizamos que producen partículas que, por su tamaño y por su forma, las podemos inhalar y no se nos quedan en la nariz, sino que pasan directamente al pulmón. Ahí es cuando producen una lesión directa o una respuesta inflamatoria directa en esta parte del cuerpo», indica.
Anatómicamente el sistema respiratorio cuenta con barreras fisiológicas que filtran el aire para que llegue en su forma más pura a los pulmones, pese a esto, en el ambiente hay partículas tan pequeñas que pasan todos los filtros y se alojan en el tejido pulmonar. Estas partículas se conocen como PM 2.5, porque su tamaño es igual o menor a 2.5 micrómetros, es decir, 100 veces más delgadas que un cabello humano. La mayoría de estas son producidas por el hombre y son expulsadas a la atmósfera a través de vehículos, plantas eléctricas, fábricas y quema de combustible.
Desarrollo de enfermedades
Estudios recientes sugieren que este tipo de partículas inciden en el desarrollo de asma y alergias entre la población infantil, en el aumento de las infecciones respiratorias, como neumonía y bronquitis, y en el riesgo de cáncer pulmonar. También está demostrada su relación con enfermedades cardiovasculares, ya que por su minúsculo tamaño, pueden entrar al torrente sanguíneo. Un estudio realizado por la Escuela de Salud Pública John Hopkins Bloomberg, asocia, además, la exposición a largo plazo al ozono y partículas PM 2.5 con la depresión. «Se sabe que el CO2 tiene un efecto sobre el sistema nervioso central que puede aumentar la irritabilidad, ansiedad y depresión», agregó Correa Aguirre. Esto explica por qué los niveles de estrés se mantienen altos cuando las personas están en las calles, ya sea como conductores o peatones.
En las ciudades con mayores índices de contaminación algunos síntomas de la gripa u otras enfermedades respiratorias tienen una mayor frecuencia y duración. «La tos, que normalmente dura una semana, en sitios con mayor contaminación puede permanecer hasta dos semanas debido a que las personas se demoran más en recuperar el epitelio respiratorio, el tejido que recubre los órganos del aparato respiratorio». Además de la tos, la descarga nasal, la resequedad de la nariz y garganta y los cambios de voz, pueden mantenerse por más tiempo a causa de la polución. Para ayudar al epitelio respiratorio a regenerarse después de una gripa, es recomendable mantener la garganta bien hidratada con agua y miel o penca de sábila.
«La recomendación general es que cuando la calidad del aire disminuya y se hagan las alertas (amarilla, naranja y roja) se use la mascarilla,» sugiere la especialista. En estas ocasiones es importante evitar el ejercicio al aire libre y tratar de no exponer al ambiente a la población más vulnerable, como niños, adultos mayores y mujeres embarazadas.
Desafortunadamente, con estas partículas no hay muchas opciones. «En un pulmón se pueden ver los parches donde se alojan. Se ven parches negros y eso es una cosa irreversible», agrega. Es por esto que la prevención es, hasta ahora, la única opción. «No sé si en el futuro vaya a existir tecnología para limpiar los pulmones, pero creo que hay que buscar tecnología para limpiar el aire», opina la internista.
En lo últimos diez años han aumentado de manera progresiva las enfermedades respiratorias y la calidad del aire ha disminuido gradualmente. El hombre debe cuidar de su salud, pero también del medio ambiente, ya que es muy difícil tener una buena calidad de vida con una mala calidad del aire.
La exposición a la contaminación ambiental también puede causar conjuntivitis de tipo alérgico o irritativo, por lo que es importante mantener los ojos hidratados.
Prevenir el deterioro del ambiente está en nuestras manos
- Conducir menos para reducir las emisiones contaminantes.
- Montar en bicicleta, caminar, usar el transporte público y compartir el carro con compañeros de escuela y trabajo.
- Evitar comprar artículos desechables y plásticos que no sean biodegradables.
- Reciclar la basura, reutilizar o abonar lo que se pueda.
- Cuidar de no tirar basura en la calle, bosques y parques; envolverla o taparla.
- Usar racionalmente los plaguicidas y fertilizantes en el jardín.
- Evitar el consumo de tabaco.
- Cuidar los bosques y evitar acciones que puedan provocar incendios ni destruir las zonas verdes de la ciudad.
- Disminuir el uso de productos de limpieza
- Procurar deshacerse de los desechos peligrosos y de los químicos de la forma adecuada. Algunos de ellos son baterías, aceite de motor, pintura y solventes. Buscar los lugares donde se depositan este tipo de desperdicios.