Formarse y apoyarse de un equipo interdisciplinario, les dará a los hijos algunas claves para enfrentar esta etapa de la vida.
Asesor: Edwin Etayo Ruiz, internista geriatra
El proceso natural lo indica así: los padres serán los que cuiden, protejan y atiendan las necesidades de sus hijos. Pocas veces se habla de la responsabilidad cuando se invierten los papeles: hijos cuidadores de sus padres en la vejez. Si bien es una transición que genera temor, incertidumbre y, a veces, disolución familiar, la educación es la herramienta para asumir esta etapa.
Para Edwin Etayo Ruiz, director general del Grupo de Especialistas en Manejo Integral de Enfermedades Crónicas, el cuidado de los ancianos con alguna discapacidad en Colombia es totalmente empírico. “Una persona no sabe cómo prevenir una úlcera de presión, dermatitis asociada al pañal o broncoaspiración por alimentos, tampoco cómo trasladar o mover a un paciente. Los hijos o los nietos que cuidan son empíricos y requieren de un conocimiento básico en este tipo de tratamientos”. Etayo Ruiz aclara algunas dudas sobre esta etapa de la vida.
¿En qué ha cambiado el cuidado del adulto mayor?
“Venimos de una cultura de familias nucleares, donde se tenía un número importante de hijos y siempre quedaba uno, por lo general, mujer para hacer el cuidado. Con el fenómeno de transición demográfica, de menos natalidad, mayor envejecimiento poblacional y una expectativa de vida de 77 años en las grandes ciudades, hemos pasado a familias sin hijos o con uno o dos, teniendo un envejecimiento poblacional sin una adecuada red de apoyo primaria, es decir, sin familiares cercanos que los soporten”.
¿En qué momento se inicia el cuidado?
“No necesariamente hay que esperar a que un anciano tenga una discapacidad o enfermedad crónica para que requiera la protección de sus familiares. El cuidado empieza y se forja desde etapas más tempranas, a eso se le llama geriatría preventiva, donde se hace control a los factores de riesgo para evitar una discapacidad o patología crónica con secuelas. Para esto se requiere de un seguimiento estricto de los padecimientos que aparecen por encima de los 35 años, que son altamente prevalentes y generadores de daño. Aquí, los hijos deben ser una red de apoyo para que el paciente se adhiera al tratamiento y lleve una vida sana”.
¿Qué tener en cuenta cuando un hijo se convierte en cuidador?
“Todos los valores deben estar implícitos: respeto, gratitud, paciencia, pero el más importante es el amor. Muchas veces, el amor al adulto mayor depende de cómo fue con sus hijos en la infancia, si fue un padre o una madre responsable. Hemos encontrado padres que han sido abusadores psicológicos, sexuales, maltratadores o con trastornos de personalidad severos y llegan a la vejez pidiendo cariño de familia, en esos casos es difícil, por ejemplo, que un hijo violado quiera a su progenitor. Hay excepciones y cuando no hay amor, lo primero que hay que hacer es identificar la causa”.
¿Qué alternativas existen si los hijos no pueden ser cuidadores?
“Ellos son la red de apoyo primaria, pero cuando no pueden asumir el cuidado pueden recurrir a otras redes; a personas allegadas que no tienen vínculo familiar con el paciente como los amigos y a las instituciones, combinado, incluso, con un modelo de atención de vivienda asistida”.
¿Cómo evitar usar la palabra sobrecarga en este tema?
“Hay que buscar un abordaje interdisciplinario en cabeza del geriatra, que plantea un panorama acerca de los problemas del paciente, las potenciales complicaciones, cómo debe ser su cuidado y establece ese concepto de repartir las cargas. Los miembros del equipo harán una adecuada evaluación para dar todas las pautas médicas, funcionales y psíquicas, para evitar la sobrecarga del cuidador porque, muchas veces, termina más enfermo que el paciente. En el día, en la semana, en el mes, en el año debe haber descansos establecidos”.
Adiós a la sobrecarga
De acuerdo con la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología, los cuidadores pueden implementar estas medidas para prepararse y evitar el agotamiento:
- Siempre que se considere apropiado, solicitar ayuda con el cuidado o apoyo de otros miembros de la familia y amigos.
- Buscar personas externas que puedan ofrecer sostén psicológico, por ejemplo, grupos que presten asesoría, atención domiciliaria, cuidado diurno del adulto, programas de provisión de comidas o atención sustituta temporal.
- Si el ser querido es hostil o difícil, no tomarlo como algo personal.
- Ocuparse de las propias necesidades físicas, emocionales, recreativas, espirituales y financieras.
4 claves para un buen cuidado del adulto mayor
- Lo ideal es adquirir, por lo menos, conocimientos básicos en el manejo de este tipo de pacientes. No contar con esta clase de formación hará que el cuidador ejecute malas prácticas de manera no intencionada.
- Cuando el paciente experimente sentimientos de culpabilidad o manifieste deseos de morir por sentirse “una carga”, es imprescindible el abordaje médico y buscar asistencia para evitar complicaciones o desenlaces inesperados.
- En caso de que la persona no pueda ser cuidada por sus hijos o familiares y deba dejarse en manos de alguien sin algún grado de consanguinidad, es necesario asegurarse de que tenga formación en el tema y evaluar su capacidad de asistencia. Así, se evita el maltrato psicológico o físico.
- Reconocer los cambios fisiológicos del envejecimiento para precaver los malos cuidados. Por ejemplo, a medida que avanzan los años, el ser humano baja la ingesta calórica y horas de sueño. Identificar estos cambios evitará que sea medicado o intervenido sin que sea necesario.
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