Muchos se preguntan cómo lograr que en las sociedades contemporáneas se dialogue más y se valore la diversidad. Aquí algunas pistas para empezar por el compromiso personal.
Asesora: Daniela Betancur González – Psicóloga, especialista en Clínica y Salud Mental
Cuando se piensa en cómo construir sociedades más incluyentes, que valoren el diálogo, plurales y que convivan en paz, no hay que buscar por fuera, el viaje debe comenzar en el interior de cada persona. Aquel que se reconoce y se comunica adecuadamente consigo mismo entiende que existen otras maneras de ser, pensar, sentir y manifestarse. La psicóloga Daniela Betancur González, líder del programa Expansión en Ser de la Colegiatura Colombiana, explica que existen unos pilares transversales a la familia, al colegio, a la vida laboral y a todo aquello que implica la vida personal, que permiten la evolución del ser humano.
Consentir mis vínculos esenciales
De la relación consigo mismo parten las que se establecen con padres, parejas, amigos y compañeros de trabajo. Es importante preguntarse, ¿qué mensajes me envío?, ¿cómo proceso las emociones?, ¿qué tanto me acompaño?, ¿qué tanto me perdono, me quiero, me respeto? Cuando hay una relación conflictiva con los demás, la reflexión debe partir de una idea: ¿qué pasa con ese ser? “Porque uno da lo que tiene”.
Amor propio para reconocer al otro
Si un papá, con sus acciones, demuestra que se valora poco, ¿cómo podrá dar ejemplo al hijo? Cuando me quiero de manera sana, puedo querer al otro de igual forma; cuando me escucho, escucho al otro. Pero, “cuando me concentro en mí desde el ego, anulo a ese otro. Al ego le gusta ganar, tener la razón, solo piensa en sí mismo. En cambio, el amor acompaña, no controla ni juzga”.
Observar mis pensamientos
Yo elijo cómo estar, qué sentir y con qué pensamientos conversar. ¿Qué quiere decir esto? “La respuesta es que a veces creemos que somos lo que pensamos y que eso nos determina. A veces se pueden tener pensamientos negativos y limitantes, y creer que se es eso. Y yo no soy lo que pienso, mi ser es lo que siente”, explica la psicóloga. Los pensamientos y la inteligencia son herramientas que debemos poner a nuestro favor.
Las emociones son mensajeras
Somos seres emocionales. Cuando el bebé nace expresa emociones y su madre le entiende desde el amor. Cuando se aprende que estas expresiones no son enemigas, se puede fluir con ellas. Muchos niegan o buscan soluciones externas a la tristeza o la rabia. Y, ¿qué pasa si las escucho? ¿Qué me quieren decir? Es importante darles la bienvenida y aprender de ellas, pues hacen parte de la vida.
Darle rienda a mi creatividad
Cada actividad que realiza el ser humano está impregnada de creatividad. Sin esta potencia innata, inevitable y universal el ser no llegaría a saber nada, ni podría hacer nada. La creatividad permite generar respuestas diferentes. Ayuda a la flexibilidad del pensamiento, a abrirse a diferentes maneras de ver el mundo, de relacionarse, de estar en la vida; a entender al otro, que trae consigo su propia historia.
Somos abundantes por naturaleza
La abundancia no se trata en exclusivo del tener. Tradicionalmente, se ha seguido un modelo: hacer para poder tener y cuando tenga, voy a ser. Desde la comprensión de estos pilares se plantea que “cada uno ya es, con eso hacemos y la consecuencia es que tendremos. La pregunta es qué tan abundante me siento o si me siento siempre en escasez. ¿Estoy esperando a comprar una casa para sentirme feliz?”.
Si a los niños no se les permite expresar sus emociones, cuando sean adultos no van a saber tramitarlas. Si el niño llora y se le entrega un celular, no se le deja experimentar su emoción. No se le debe distraer de ella, porque la emoción es humana.
Velaré por mi propósito
Cada uno tiene el derecho, en sí mismo, de descubrir cuál es su propósito fundamental de vida y su vocación. El éxito real llega cuando ocurre el encuentro consigo mismo y se expresa en un servicio a la sociedad. La frustración con el éxito nace de la comparación con los otros, y “no tenemos que ser mejores que nadie. Solo tenemos que ser la mejor versión de nosotros mismos”.
Me cuido
Cuando voy al gimnasio ¿lo hago por mí o por la aprobación social? Qué tal si nos aceptamos como somos y de manera consciente nos alimentamos o ejercitamos. Hoy, la sensación que generan las redes sociales “es que todo el mundo es feliz y yo no. Cuidado con la información que consumimos, que puede generar mucha frustración cuando no estoy listo para diferenciar entre lo que es o no real”.
La educación es transversal
Saber que la educación lo que hace es potenciar lo mejor de cada persona, permitirá entender que competir no tiene sentido. Es un proceso en el que se acompaña al otro en el encuentro consigo mismo, usando las herramientas que cada ser humano tiene para afrontar la vida. Y, en esa línea, papás y docentes educan, pero también puede hacerlo un médico que atiende a su paciente.
Me comprometo con mi felicidad
Cuando se logra comprender y potenciar estos pilares, entonces hay una sensación de felicidad, que no es la alegría permanente. No es ser aprobado, no es tenerlo todo. La felicidad es estar en completa coherencia con lo que se es, con uno mismo. Así, quien encuentra coherencia entre lo que piensa, lo que hace, lo que siente y lo que dice, alcanza la felicidad.
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