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El ejemplo les enseña a decir la verdad

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Promover en los niños el valor de la sinceridad, les dará pautas para relacionarse mejor.

Asesora: Rosa Guevara Quintero, psicoterapeuta, adscrita a Coomeva Medicina Prepagada

En la literatura infantil hay cuentos que les enseñan a los niños a no decir mentiras, como el de Pinocho, a quien le crece la nariz cada vez que las expresa, o el del pastorcito mentiroso, a quien luego de tanto mentir ya nadie le creyó cuando hablaba con la verdad, razón por la que el lobo se comió sus ovejas. Es en razón a esto, que los padres son los llamados a orientar a sus hijos para inculcarles el valor de la verdad; de leerles, contarles estas fábulas y juntos dialogar y reflexionar sobre este tema, que tanto impactará en su fase de adolescente y adulto.

Entre los tres y cuatro años, ellos no distinguen entre lo real y lo imaginario y crean historias llenas de fantasías. Según la psicoterapeuta Rosa Guevara Quintero, “estas mentiras son normales porque hacen parte de su pensamiento imaginativo”. Hay que considerar, sin embargo, que estos relatos irán desapareciendo en la medida que crecen. Es importante que los papás, por tanto, no les festejen las mentiras, sino que los escuchen y les establezcan la diferencia entre la realidad y la ficción, hacerles saber que se confía en él y, como autoridad paterna, establecer una relación amigable. (Puede interesarle: Involucre a los niños en su alimentación)

HACER SEGUIMIENTO

A los 7 años de edad empieza a conformarse su pensamiento lógico, aprendiendo a identificar entre la verdad y la mentira. Para la doctora Guevara Quintero, “cuando el niño se comunica de forma persistente con mentiras, estaría presentando un comportamiento alterado en su interacción social”.

Los padres deben reconocer la mentira, acompañar a su hijo mostrándole lo que es correcto y corregir su conducta. Hay indicios que evidencian su falta de sinceridad: movimientos repetitivos, sudoración, enrojecimiento del rostro, alteración del lenguaje, evasión de la mirada y actitud de escape o huida.

Lo ideal es que los niños se desenvuelvan en ambientes libres y tranquilos, con ausencia de represión o miedo, porque esto puede favorecer el origen de las mentiras •

Debido a la corrección

excesiva, más del 50 % de las personas, en general, tienden a generar conductas mentirosas en los niños.

¿Por qué mienten?

Frustración. Puede sentirla por tener pocos juguetes, entonces miente al decir que tiene muchos.

Llamar la atención. Para lograrlo, se puede inventar una dolencia o problema.

Exceso de exigencia. Miente para no defraudar a sus padres.

Imitación. Aprende del ejemplo.

Evitar problemas y castigos.

Ser aprobado y aceptado por los demás.

Proteger a otra persona. Hay que enseñarle a que cada individuo es responsable de lo que hace y dice.

Guardar su intimidad. Ocurre cuando no tiene suficiente confianza, por tanto, el adulto debe promover un espacio en el que se sienta escuchado y comprendido, no juzgado.

Esconder sus errores para no defraudar a sus padres o evitar las burlas. El menor debe aprender que los errores son parte de la vida y del aprendizaje.

Hacer sentir mal a otro. Puede inventar una historia que afecte de manera negativa a quienes le hicieron daño. Los padres deben enseñarle que la venganza no es un camino para solucionar las dificultades.

Conseguir algo que quiere, algo prohibido o evitar lo que no desea. Debe aprender que no puede obtener o hacer todo lo que desea y que el fin no justifica el engaño.

Argumentar el incumplimiento de un compromiso. Es importante enseñarle a comprometerse solo con lo que está en capacidad de hacer.

Dificultad para asumir la realidad. En este caso, toma la mentira como una vía de escape.

Papás, ¡a corregir!

Hay que indicarle el efecto que su mentira tiene en los demás.

Los castigos deben ser medidos y adecuados a cada falta, pues si son severos, la tentación de no decir la verdad para
evitarlos será mayor.

Reforzar la autoconfianza para precaver que mienta con el fin de buscar la aprobación de sus compañeros, amigos o adultos.

No mentirle ni hacerle falsas promesas, ni decirle que diga mentiras.

Darle la oportunidad de ser sincero aunque esto le implique un castigo. Hay que reforzar en el niño la valentía que se debe tener al decir la verdad.

No reírse ni admirar nunca las mentiras.

Cuando no sepa cómo responder a sus preguntas, no debe sentir temor de decirle que no sabe.

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