Los niños crecen hoy con mayores libertades, algo necesario, sin embargo no debe quedar atrás la educación para una buena convivencia.
ASESORA
Carolina Patiño, Psicóloga
Los tiempos en los que los padres criaban a los niños guiados por un manual de reglas estrictas en las que el error era impensado han quedado atrás. Con unos padres modernos, muy ocupados, que muchas veces delegan la educación a los abuelos, a tíos o a la guardería, los hijos han crecido en un ambiente menos rígido donde —como debe ser— también importa su opinión, sus gustos, su voluntad.
Pero, al parecer, no todo es bueno. Cuántas veces escuchamos a otras parejas juzgar el comportamiento de un niño en el supermercado, en un centro comercial, en un restaurante. No todo lo justifica el hecho de ser niños. Podemos decir, entonces, que las buenas maneras y la cortesía no han pasado de moda y que muchas veces es bueno cuando alguien dice: “que niño tan educadito, como se comporta de bien”.
Aunque ya pasados de moda, los consejos del político, músico, pedagogo y escritor venezolano Manuel Antonio Carreño (1813-1874) recogidos en ese texto fundante de la educación de nuestros abuelos —a saber, El manual de Carreño—, no están del todo desechados, ya se sabe que allí aparecen “los buenos modales para relacionarse en sociedad”.
Para la psicóloga Carolina Patiño “no es necesario seguir a pie juntillas tratados que ya nos parecen anquilosados, viejos, pero cada vez vemos más menores de edad que no tienen un sentido de convivencia ni respeto por los demás, sobre todo porque estamos trabajando para darles gusto en todas las cosas, y eso está bien, pero debemos enseñarles el comportamiento en convivencia”.
Patiño cree que, por ejemplo, en los colegios cada vez es más difícil guiar a los niños, porque la educación no viene compartida desde la casa, precisamente porque los padres cada vez están más ocupados. “Además está el tema de los modales, muchas veces no les enseñamos a los niños cómo comportarse en un almuerzo grupal o en una reunión en la que se requiere orden y silencio”.
Entre los consejos que daba Carreño se cuentan unos que parecen traídos de épocas remotas donde los comedores no se iluminaban con luz eléctrica sino con velas, y otros que siguen estando en nuestras mesas: “Chuparse o morderse un mechón de pelo. Morderse las uñas o cutículas. Sentarse con las piernas separadas o con las piernas cruzadas o torcidas de una manera poco convencional. Masticar chicle mientras habla o con la boca abierta. Fumar en la calle o hacerlo sin haber pedido permiso a los presentes, especialmente a sabiendas de que el olor a cigarro puede ofender o incomodar a alguien. Hacer que los demás se sientan culpables o incómodos mientras comen algún delicioso postre solamente porque usted debe abstenerse debido a alguna dieta. Rascarse o pellizcarse la cara”.
La lista de Carreño es larga y aunque pocos leímos el libro, sí cargamos en nuestra vida diaria con cientos de comportamientos que el escritor propuso en su momento y que, mirando con la lupa de lo cotidiano, no vienen tan mal a la hora de criar a las nuevas generaciones. “¿Quién dice que está mal aprender a comer con la boca cerrada o a no cortarse las uñas en medio de una cena? Nadie, pero a veces se nos olvida transmitir esos —por llamarlos de algún modo—, principios a nuestros niños”, dice Patiño.
Cortesía virtual
Los buenos modales del mundo físico se reinterpretan en la esfera digital. Allí, los niños y adolescentes cada vez tienen mayor participación y es deber de los padres guiarlos en el uso sano, seguro y constructivo de las nuevas tecnologías. La Red PaPaz propone 10 comportamientos para que los padres pacten con sus hijos en favor de la convivencia digital:
- Utilizar las Tecnologías de Información y Comunicación (TIC) respetando a los otros y a sí mismo.
- Ejercer el derecho a la libertad y al respeto de los demás.
- Hacer uso de la identidad de manera segura.
- Proteger y ser responsable con la integridad y seguridad personal y la de los demás.
- Utilizar las TIC para el libre desarrollo de la personalidad y autonomía, reconociendo las creencias y opiniones propias y las de los demás.
- Utilizar las TIC para mejorar la calidad de vida.
- Ser consciente de que los menores de edad requieren especial cuidado y acompañamiento en el uso de las TIC.
- Evitar usar las TIC para promover, de algún modo, actividades relacionadas con explotación de menores o cualquier otra conducta que atente contra los derechos humanos.
- Respetar los derechos de autor