La vida actual demanda que se realicen varias actividades en simultáneo, pero, ¿es posible? Hay que fomentar la atención.
Asesora: Jenny Carolina Gómez Amado
Psicóloga, magíster en Neuropsicología Clínica
Nadie se detiene a pensar en lo que se necesita para prender el carro y dar marcha atrás en la mañana antes de ir al trabajo, sin duda, una acción rutinaria. Charles Duhigg, en su libro, El poder de los hábitos (Ed. Vergara), indica que “los hábitos surgen porque el cerebro está buscando constantemente la forma de esforzarse menos”. De esta manera, creará rutinas para procurar el descanso con mayor frecuencia.
De ahí que sea posible realizar dos actividades simultáneas, por ejemplo: hablar al caminar, escuchar música cuando se cocina o comer mientras se ve TV. No obstante, por más sencillas que parezcan, requieren que los sentidos se acoplen a la atención plena que demanda cada una. Y si se quiere crear una nueva como hábito, habrá que entrenar a la mente a partir de una señal (una emoción) y la recompensa que se obtiene por ello.
Pero, ¿qué pasa cuando estas actividades involucran riesgo de accidente y piden mayor dedicación, como sucede al manejar un vehículo y chatear al tiempo? Frente a esto, la psicóloga Jenny Carolina Gómez Amado, especialista en Evaluación y Diagnóstico Neuropsicológico y magíster en Neuropsicología Clínica, explica que para que se logre la simultaneidad “se necesita de un entrenamiento de la atención dividida, de lo contrario, es mejor que se realice una actividad en cada momento. Si una persona no entiende que existe la posibilidad de interferencia, al final una de las tareas presentará un mayor porcentaje de error, no obstante, hay que señalar que nuestro cerebro funciona en equipotencialidad (que es la capacidad de cualquier parte o área funcional del cerebro para hacerse cargo o procesar cualquier información que le llegue), por lo que es importante la intercomunicación entre hemisferios en la mayoría de labores o tareas”, añade la especialista.
Es recomendable evitar aquellas donde sea, por ejemplo, la vista el sentido primario que se requiera. Así, ver televisión y leer al tiempo son dos acciones que no tienen una buena relación, pues se pierde la atención en una o en las dos. Igual sucede con caminar y chatear, o una con mayor dedicación como, por ejemplo, “chatear y conducir porque implica, en cierta parte, de una misma modalidad sensorial, por lo que es posible que afecte la atención y de alguna manera se genere un evento adverso que finalmente termine en una circunstancia no deseada”, agrega la experta.
Actividad física que le hace bien a la mente
Además de entrenar la mente con la atención plena, al recordar rutinas pasadas o al leer y hacer crucigramas y sudokus, tal como se recomienda usualmente, los investigadores también refieren la actividad física como una clave para conservar las buenas condiciones cognitivas. Investigadores de la Universidad de McMaster, en Canadá, indicaron que los adultos mayores que dejaron atrás el sedentarismo y se pusieron ropa deportiva para hacer ejercicio con moderada intensidad, percibieron una mejoría del 30 % en su capacidad para recordar y memorizar. A una caminata vigorosa se puede agregar además una rutina de estiramiento.
Estrategias para mantenerse activo
El cerebro puede estimularse todos los días, solo hay que activar ciertas prácticas que además sirven para comunicarnos y vivir mejor.
- La plasticidad cerebral: la neurocientífica Sandra Jurado, en entrevista con la Agencia SINC (Servicio de Información y Noticias Científicas), dice que a partir de esta se configura la “capacidad de cambiar, modificar hábitos o conocimientos predeterminados y aprender cosas nuevas”. Para conservarla hay que mantener una disciplina de aprendizaje y de exposición a cosas nuevas.
- La escucha activa: ayuda a comprender lo que el otro habla, al reformular y preguntar. Es un ejercicio para estar presente al momento de dialogar y es una técnica de buena comunicación.
- La memoria: en un artículo publicado en la revista Scientific Reports se indica que un buen sueño (entre 7 y 8 horas) es clave para la consolidación de los recuerdos. Si se priva de esto o la restricción se hace crónica, la memoria se torna vulnerable.
- La conversación: la interacción social permite recrear rutinas, nuevas asociaciones y relatos de las actividades para mantener activa la mente, además ayuda a mantener los lazos. Una buena manera es dialogar sobre películas vistas o libros que se hayan leído.
- La capacidad de filtrar: el cerebro está habilitado para anticipar eventos catastróficos, por lo que es imperativo apoyarse en la capacidad de seleccionar, para ello es clave dormir por la función restauradora para limpiar la mente de lo innecesario.
- La “dieta de medios”: la infodemia es un término acuñado por la OMS para hablar del exceso de información, en especial, la que es negativa o falsa, a la que estamos expuestos. Hay que dedicarle algunas horas a informarnos, no todo el día; y seleccionar fuentes oficiales y fidedignas.
Es recomendable equilibrar
Las tareas o actividades a realizar. Hacerlas de forma consciente permite evitar el error y aumentar habilidades de forma deliberada para conseguir lo que se propone.