Conocidas también como el pequeño mal (petit mal), las crisis de ausencias son un tipo de epilepsia que afecta principalmente a personas menores de 20 años y especialmente a las mujeres.
Este trastorno, habitual en pacientes con epilepsia, responde a una alteración de la función cerebral por la cual la persona no se cae ni hace ningún movimiento brusco sino que, por el contrario, se desconecta de su entorno por unos segundos, quedándose quieta, con la mirada fija en un punto y sin responder a estímulos externos. Simplemente está “ausente”.
Cuando la persona vuelve en sí, no es consciente de la convulsión, no se percata de lo sucedido, y vuelve a retomar la actividad en la que estaba de manera normal, borrando por completo lo sucedido durante ese periodo de tiempo.
Esta condición puede presentarse muchas veces al día y en algunos casos se desencadena después de un destello fuerte de luz o cuando la persona hiperventila (respira más rápido y profundo de lo normal), según enfatiza la Fundación de la Epilepsia.
Se trata de una enfermedad que se presenta mayoritariamente en niños entre los 6 y12 años de edad, aunque también se da en personas mayores pero en menor medida. Por su duración, que suele ser de alrededor de 15 segundos, muchas veces es difíciles de detectar o puede ser tomada, equívocamente, como falta de atención. Es posible que incluso pasen hasta semanas antes de que la condición sea diagnosticada correctamente, siendo los problemas de aprendizaje o dificultades en la escuela los que llevan a detectarla más comúnmente.