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Firmeza frente al matoneo

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Cada vez hay más herramientas para enfrentar el maltrato escolar. Es clave que los padres de familia tengan un rol más activo, porque la solución está en casa.

Lina María Saldarriaga. Psicóloga.

Hace unos años se empezó a hacer popular la palabra bullying —o matoneo, según se prefiera— en los colegios, en los noticieros, en las charlas de padres. Lo que hasta ese momento era considerado casi normal —ese maltrato soterrado que siempre se ha vivido en los colegios—, explotó con casos que se sobrepasaban de violencia. El asunto tocó fondo cuando la Fundación Universitaria de Ciencias de la Salud dijo en 2013 que en Colombia uno de cada cinco niños era víctima de este flagelo.

Pero ahí no quedó todo, en 2014 la Fundación Plan publicó un estudio en el que revelaron que el 77,5 por ciento de los estudiantes del país había sufrido acoso escolar alguna vez entre primero de primaria y once, algo así como la típica película de colegio en la que los estudiantes más fortachones y grandes se aprovechan de los más pequeños.

Lina María Saldarriaga, directora de Contenidos e Investigación de Red PaPaz, asegura que lo que ha pasado en los últimos años no es que el tema sea más frecuente sino que los investigadores, los profesores y los rectores tienen más herramientas para detectar el problema y se hicieron más conscientes de los efectos que tiene la intimidación escolar.

“En los años sesenta ya había evidencia de que existía la intimidación escolar, esto no es algo nuevo. Lo que no habíamos entendido era el daño que esto ocasiona y los alcances que tenía. Los papás a veces creen esos mitos de que vivir experiencias de intimidación  vuelve a los niños más ‘machitos’ o que adquieren más carácter, pero esto  no es cierto. Los niños que son víctimas de intimidación son quienes tienen problemas para establecer relaciones y tienen problemas importantes de autoestima”.

 

Asunto sobre la mesa

El caso es que en el tema siempre se ha hablado de la víctima, pero poco sabemos del atacante, del niño acosador. Según Saldarriaga, lo primero que hay que entender es que cuando un niño agrede a otro no se puede asumir que tiene algún problema mental o que tenga un problema serio de agresión; muchas veces los niños intimidadores necesitan atención u obtener poder en las relaciones, o simplemente pueden carecer de habilidades sociales, por lo que la intimidación se vuelve su herramienta.

“Los niños intimidadores tienen dificultades para meterse en los zapatos de los demás, sentir lo que los demás sienten o ver las consecuencias de sus actos. Tampoco se puede creer que porque un niño es inquieto eso lo convierte en intimidador”. Hay síntomas de alerta que los padres pueden vigilar: si su hijo se burla constantemente de los otros, o no muestra remordimiento o culpa cuando comete un error, hay que cuidarse de que no sea intimidador. “Estos son niños que muestran que hay una necesidad o que, posiblemente, fueron víctimas”.

 

Víctimas y victimarios

Sobre las víctimas hay diferentes teorías. Algunos expertos opinan que son niños que no tienen capacidad de regularse emocionalmente, que reaccionan escondiéndose o llorando, mostrando signos de debilidad; o quizá no tienen un grupo sólido de amigos. También están los niños que sobresalen por tener características físicas diferentes, o que no les va muy bien en el deporte, o en las artes.

“Las víctimas son niños a los que es necesario enseñarles a hablar con firmeza, porque muchas veces tienden a reaccionar a los ataques siendo complacientes; creen que tienen la posibilidad de disminuir el ataque al ser amables con sus agresores, pero eso los hace más víctimas. Hay que enseñarles a ser muy firmes pero sin retaliación”.

¿Hay alguna manera de prevenir el matoneo? La clave está en que los padres se involucren en la cotidianidad del niño. Hay que estimular a los papás tradicionales, que solo tienen tiempo para el trabajo, a que se involucren y sepan qué hace su hijo, quiénes son sus amigos, cómo se relaciona con ellos, a mantener un diálogo continuo de confianza y edificación, a apoyarlos en la construcción de amistades duraderas, a hacer planes para que con sus amigos salgan de paseo o compartan un juego en casa. Y fundamental, dice Saldarriaga, es “enseñarles a reaccionar de una manera asertiva en esas situaciones, que si hay intimidación no reaccionen con violencia, sino que busquen ayuda, eso cuando son muy niños, a los adolescentes hay que enseñarles respuestas con firmeza”.

Recuerde: el matoneo sucede del colegio para adentro, pero la solución empieza en casa.  

 

También en internet

El ciberacoso es un tipo de intimidación en el que se usan medios como las redes sociales, los chats, el correo y dispositivos electrónicos como computadores, celulares, tabletas para lograr los mismos objetivos de la intimidación presencial. Es decir, se busca dañar a una persona a través de agresiones repetidas y en ellas hay un desbalance de poder; la diferencia es que esto se logra a través de medios electrónicos. Esté alerta de las redes sociales de su hijo, recuerde que cada portal tiene normas y edades restrictivas, así como mecanismos de protección y supervisión como controles parentales 

 

El bullying, que se origina por  

intolerancia, trae como consecuencia la deserción escolar, el bajo rendimiento #académico o, en el peor caso, el suicidio.

 

Desde la raíz

El término bullying es un extranjerismo de origen estadounidense y representa la embestida o ataque del toro (bull en inglés) en las corridas. En ese país esta problemática ha sido uno de los factores asociados a algunas de las masacres escolares.

 

¿Qué hay en el entorno del agresor?

  • Se ocultan sus propios miedos.
  • Maltrato en el hogar.
  • Carencias afectivas.
  • Hace alarde de poder.
  • Falta de atención afectiva.
  • No tiene espacios de acompañamiento.
  • Poca o nula formación en valores.
  • Es testigo y víctima de violencia intrafamiliar.
  • Vive en zonas de alta densidad delincuencial.
  • Es hijo de padres separados.
  • Carece de cualquier comodidad y por lo tanto desea suplir carencias económicas con medios ilícitos.
  • Inicia su sexualidad más temprano que los demás.
  • Abandona los estudios universitarios más que los otros.
  • Perpetúa el abuso en su relación de pareja y de familia.

 

¿Cuál es el perfil de la víctima?

  • El que llora mucho.
  • El inseguro.
  • El que tienen alguna debilidad física o intelectual.
  • El que no participa en los juegos por miedo al rechazo.

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