Las habilidades para conducir se deterioran con el paso de los años. La decisión de evitar esta actividad es un asunto de responsabilidad consigo mismo y los demás actores de la vía.
ASESORA
EUGENIA DE FEX TORO
Médica
Bernando solía salir diariamente en el carro, junto a su esposa. Desde muy joven tuvo la oportunidad de tener un vehículo propio. Lo convirtió en un símbolo de autonomía e independencia. Iba a comprar el mercado, recogía a sus nietos o llevaba a su mujer a tomar un café.
Pero fue envejeciendo, y aunque cambió el modelo de su carro para no sentirse tan anticuado, su cuerpo fue perdiendo capacidades. Llegó un momento en el que no podía calcular bien la distancia entre su vehículo y el de adelante. No veía bien las luces del semáforo. Sus reflejos no le permitían ni adelantar.
A sus 75 años y casi que por obligación, Bernardo dejó su carro. Se lo vendió a un hijo, para no tener la tentación de usarlo porque está cerca. “Ya soy un peligro al volante”, señala.
Como lo reza el adagio popular, “los años no llegan solos”. Conforme avanza la edad se agudizan algunos problemas físicos, como dificultad para ver, escuchar o reaccionar. También hay pérdida de reflejos e incapacidad para intervenir ante situaciones de riesgo.
“Es normal que durante el proceso de envejecimiento se quebranten algunas facultades, muchas de ellas esenciales para que una persona conduzca de forma responsable. Sin embargo, estos cambios no se presentan de la misma manera en todos los seres humanos” indica la médica Eugenia de Fex Toro.
No es fácil dejar de conducir, es una decisión que puede requerir de apoyo de la familia y de un profesional médico. Deben primar el diálogo y la paciencia para ayudar a dar ese paso al costado del volante.
¿A QUÉ EDAD ES PRUDENTE SOLTAR EL VOLANTE?
Cada persona manifiesta los síntomas de la vejez de una forma distinta. Aunque algunas investigaciones señalan que es riesgoso que alguien conduzca después de los 60 años, es una determinación que debe tomarse según las habilidades que cada quien reconoce tener.
Sin embargo, existe una serie de comportamientos y dificultades que se le presentan a una persona cuando se acerca el momento en el que debe considerar dejar de conducir.
Signos de la edad como sensibilidad a la luz, falta de enfoque y claridad en la visión, incapacidad para ver de forma periférica y enfermedades como el glaucoma y las cataratas, son señales de alarma para determinar si se conserva la habilidad de manejar.
Así mismo, inconvenientes con la audición, los reflejos, el equilibrio y la movilidad, intervienen de forma negativa en el desarrollo de esta actividad.
“Manejar no es tan sencillo como mucha gente lo hace ver. Se debe tener mucha precaución y los sentidos en plena actividad para evitar cualquier tipo de incidente” asegura De Fex.
¿CÓMO SE REGULA LA EDAD DE LOS CONDUCTORES?
La legislación colombiana no cuenta con un apartado que designe una edad límite para conducir. Esta decisión se la transfiere a cada ciudadano, que en la práctica de su papel como actor civil deberá actuar con responsabilidad para determinar cuándo dejar de manejar para validar el respeto por su vida y la de los demás.
No obstante, la ley del país establece que las personas mayores de 60 años deben renovar su licencia de conducción o pase cada cinco años si conduce un particular. Si se dedica a manejar un vehículo de transporte público, tiene que hacer este trámite cada año.
AYÚDALE A DEJAR LAS LLAVES
La familia es fundamental en el proceso al que se enfrenta una persona que ya no tiene la habilidad para conducir de forma segura y responsable.
El deterioro de las capacidades físicas y psicológicas que trae consigo el paso de los años no es un asunto que para muchos sea fácil de aceptar y manejar. Los seres queridos se convierten en un puente para que el otro entienda que debe hacerlo por el bienestar de sí mismo y del mundo que lo rodea, y que esta circunstancia hace parte de un proceso natural del ser humano: envejecer.
Para que una persona reconozca esta limitación se recomienda que la familia dialogue con ella, sin resentimientos o burlas, con paciencia y capacidad de escucha y comprensión. En ocasiones, el proceso también requiere del acompañamiento de un profesional médico que pueda explicarle al sujeto implicado porqué es importante que decida dejar de manejar •