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La comunicación es la clave de los límites

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Las salidas hasta tarde, las idas a fincas o excursiones son decisiones difíciles para  los padres de adolescentes. ¿Cómo afrontar los permisos?, ¿hasta dónde ceder?

Asesor Alexander Rodríguez – Terepeuta familiar

La preocupación de los padres frente a los límites y permisos responde, en gran medida, a la brecha generacional; sin embargo, los límites otorgan seguridad y protección, permitiendo que los jóvenes creen sus propios referentes, fortalezcan la convivencia y el respeto, se preparen para la vida en sociedad y les ayuden a aumentar su tolerancia a la frustración. Para establecerlos con amor y criterio, Alexander Rodríguez, terapeuta familiar, sugiere que lo primero es comprender que el adolescente está construyendo su propia historia de vida, por lo que debe tratarse en toda su dimensión humana.

“Es entre los 12 y 17 años cuando se abstrae del mundo la mayor parte del conocimiento para que la adultez sea sana y feliz. Por eso, los padres tienen la responsabilidad de acercarse al hijo, a su mundo y alcanzar una comunicación acertada frente a los límites y permisos”, explica.

El respeto, el ejemplo, el diálogo, las normas, las demostraciones de amor y la comunicación asertiva son algunas claves, teniendo en cuenta que en la transición del niño al adulto el cerebro está cargado de estímulos y emociones que a veces no se logran asumir bien en presencia de los mayores.

Así, la forma de comunicarse es vital para apaciguar la brecha generacional: “Cuando el padre o madre emite una norma o límite debe hacerlo para que el joven lo entienda, con sus palabras, sin adornar, amenazar o atacar, y trabajando siempre desde el propósito y la perspectiva de potencia; es decir, desde lo mejor que tiene el adolescente”, puntualiza.

Mediar los permisos

Un “no” responsable

Es vital explicar por qué se dan los permisos y las negaciones, pues esa justificación le da seguridad al joven frente a su comportamiento y cumplimiento de deberes. Cuando se usan frases como “no, porque aquí mando yo y punto”, el adolescente entra en disputa y la comunicación se pierde. En cambio, cuando se trabaja con propósito se puede entrar en diálogo y reflexión. ¿Qué has hecho tú para ganarte ese permiso?, es una pregunta que pone a reflexionar al menor y le da tranquilidad frente a la decisión de sus padres.

Temores del mundo externo

Muchas veces el hijo es merecedor del permiso; sin embargo, los padres pueden no estar conformes con la actividad que desea realizar porque la consideran peligrosa, inapropiada para su edad, etc. “Cuando al adolescente se le ponen las cartas sobre la mesa y se habla con la verdad, es capaz de captar el criterio positivo que tienen sus padres, y bien podría salir con una maravillosa respuesta como: ‘mamá, tienes razón, no voy a ir’, o ‘papá confía en mí que tú sabes quién es tu hijo’”, ejemplifica Rodríguez.

Represión en exceso

Diferentes profesionales de familia coinciden en que lo que se reprime en la infancia y en la adolescencia revienta en la adultez y eso desemboca en adultos reprimidos, agresivos o que repiten esa pauta comportamental con sus hijos, convirtiéndolos en personas inseguras y con una autoestima desdibujada. Las preguntas pertinentes ayudarán a los padres a tomar decisiones conscientes y acertadas: ¿a dónde vas?, ¿con quiénes vas?, ¿cuánto tiempo?, ¿dónde queda?, ¿qué adultos los acompañan?, que son, además, cuestionamientos asociados a la seguridad y protección.

Padres en desacuerdo

Si el adolescente recibe dobles mensajes, elegirá el que más le convenga. En la imposición de límites debe triunfar el nosotros, de lo contrario el hijo notará que mamá y papá se descalifican entre ellos. La respuesta “pregúntele a su papá (o mamá)” denota falta de reconocimiento del rol de adulto, lo cual hace fallar a la familia. Una expresión amorosa que el terapeuta recomienda es: “Hijo, lo conversamos y más tarde te contamos para que estés tranquilo”; un lenguaje propositivo, apreciativo y desde el ejemplo.

Cuando sucede el desacato

Después de negar un permiso hay varios escenarios: que el hijo lo asuma respetuosamente, que se genere una disputa o que se vaya sin autorización. Cuando desobedece, es probable que la pregunta que pasa por su cabeza sea: ¿Por qué no me dejan si yo soy una persona buena?, y ahí el diálogo toma mayor importancia. Los hijos rebeldes necesitan más diálogo, más acompañamiento y más repetición de los mensajes, “una tarea que no es fácil, pero que si no la hacen los padres, nadie más la hará”, puntualiza.

Respecto al dinero

Cuánto dinero darle es decisión de cada familia. “Mis pacientes me cuentan que calculan el transporte de ida y regreso y le dan algo adicional para que se tome o coma algo, o para que invite a un amigo o amiga”, expresa el profesional. Agrega que cuando se exceden con los montos de dinero, los jóvenes terminan desarrollando formas desafortunadas de relacionarse con sus pares; por el contrario, darles lo mínimo o lo justo para la salida les enseña a manejar las finanzas y a ordenar las prioridades.

Consumo de alcohol

La normatividad vigente en Colombia prohíbe venderles licor a los menores de edad; sin embargo, un factor valioso para el adolescente es el ejemplo de la familia. Según Rodríguez, a los jóvenes que se les permite tomarse una cerveza o un trago de ron en casa, se les está implícitamente dando el permiso para que lo hagan en la calle. Y, además del ejemplo, vale la pena revisar el mundo de valores que acompaña al joven para que sea capaz de decidir no tomar esa cerveza que están ingiriendo sus amigos.

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