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Siete creencias a prueba sobre las frutas

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Consumirlas a una hora del día, jamás en jugo y de todos los colores, todo ello suena bien, pero, ¿qué dice la ciencia? Aquí aclaramos las dudas.

Asesor
 Óscar Rosero, endocrinólogo

Con la cantidad de planes de alimentación que surgen, las frutas se han convertido en objeto de discusión y en ocasiones las dejan por fuera del menú diario. El debate pasa por la cantidad que debe consumirse en el día y su aporte: ¿Mejor en jugo o enteras? ¿Contienen mucha azúcar? ¿Con o sin cáscara? Todas ellas son preguntas válidas para las que tiene respuesta el médico endocrinólogo, Óscar Rosero, quien ha trabajado el tema de la comida consciente basado en alimentos “reales”, en contravía de los procesados.

1. Las frutas no engordan

Solo si se consumen en exceso. Las dietas que hacen énfasis en el índice glicémico (la capacidad que tienen los alimentos de subir la glicemia en sangre), como la keto, señalan que algunas frutas pueden incrementarlo demasiado y recomiendan evitarlas. Pero para el doctor Rosero no es comparable comerse un mango o un banano con un alimento procesado, así tengan el mismo índice glicémico, porque las frutas aportan vitaminas, minerales y oligoelementos que se dejarían de ingerir si se suprimen de la dieta. Además, son un alimento real y el cuerpo está diseñado para consumirlo, a diferencia de los procesados.

2. Los jugos son más ricos, pero…

Es mejor consumir la fruta entera en su forma natural, los jugos no son buenos “porque se cambia la matriz del alimento”, dice el endocrinólogo Rosero, y eso hace que el azúcar natural de la fruta se absorba más rápido. Por ejemplo, un vaso de jugo de naranja lleva cuatro naranjas (equivale a ocho cucharadas de azúcar) y se toma en 30 segundos.  Pero, al comer las cuatro naranjas enteras se demora al menos una hora, dándole tiempo al cuerpo para que las procese, y se llenará antes de comérselas todas. La fruta entera sacia el apetito, mientras que la licuada hace que el azúcar sea una carga pesada para el páncreas.

3. Sin reloj en mano

No hay una hora específica para comer fruta, pero si se tienen problemas de sobrepeso u obesidad es mejor no comerlas en la noche. El cuerpo humano tiene una mejor respuesta a los alimentos con alta carga calórica en la mañana, después de que el desayuno ha activado la insulina. El endocrinólogo Rosero señala que si se eliminan los alimentos procesados de la dieta, habrá el espacio suficiente para el consumo cotidiano de frutas y leguminosas. Hay que sacar de la despensa los alimentos empacados, que tengan azúcar añadida. El azúcar se presenta en diversos nombres como jarabe de maíz o sirope de agave.

4. No necesita una paleta de color

Las frutas en estado “verde” tienen el índice glicémico más bajo, por lo que son más aconsejables para quienes tienen problemas de azúcar, sin embargo, todas las frutas son saludables y se deben consumir. Lo ideal es variarlas para recibir los diferentes beneficios que tienen cada una de ellas.

5. Sin miedo a los transgénicos

No es posible que los genes de las frutas modifiquen de alguna manera el código genético de los humanos que las consumen, así que no es nocivo comer transgénicos, además es muy difícil no hacerlo. La mayoría de frutas están modificadas genéticamente, no solo por su evolución natural, sino por los procesos que se les han hecho para que maduren más despacio y sean más resistentes a las plagas, entre otros.

6. Con cáscara sí, pero lavadas

No lavar correctamente frutas y vegetales antes de consumirlos puede ser perjudicial, pues no tenemos certeza del manejo que se les ha dado antes de llegar a la mesa. Por eso es recomendable desinfectarlas con una solución de hipoclorito al 5 % y luego lavarlas con agua para evitar que alguna intoxicación, también hay productos especializados para este proceso que no son tóxicos.

7. Buenas para el metabolismo

Las frutas tienen baja densidad calórica en general, sacian el apetito, están llenas de micronutrientes, mejoran la microbiota intestinal (microorganismos benéficos para el organismo) y su consumo regular reduce el riesgo cardiovascular y de obesidad. Además su azúcar es intrínseca, no libre como la que tenemos en la mesa o en los jugos, por lo que se procesa de forma diferente en el organismo. Sin embargo, siempre es bueno consultar con su médico de cabecera si hay alguna recomendación de consumo de frutas particular para su salud.

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