

El sarampión es una enfermedad contagiosa causada por un virus de la familia de los paramixovirus, que generalmente se transmite por contacto directo y a través del aire.
El primer signo del sarampión, explica la Organización Mundial de la Salud, suele ser la fiebre alta, que comienza de 10 a 12 días después de la exposición al virus y dura entre 4 y 7 días. En la fase inicial, el paciente puede presentar rinorrea, tos, ojos llorosos y rojos y pequeñas manchas blancas en la cara interna de las mejillas. Esto es resultado de la infección que se da en el tracto respiratorio y que se extiende al resto del organismo.
En general, la vacunación es la principal estrategia para prevenir su aparición, así como de la varicela y rubéola, que cuando afectan a niños menores de 5 años pueden generar complicaciones serias. Estas, sin embargo, se controlan con un tratamiento de apoyo que garantice una buena nutrición y una ingesta suficiente de líquidos.
Según el Portal KidsHealth, la prevención de esta patología se logra así:
- Los bebés están protegidos del sarampión durante los primeros seis meses de vida debido a la inmunidad que les transmiten sus madres.
- Para la mayoría de los niños, la protección contra el sarampión es parte de la vacuna contra el sarampión, las paperas y la rubéola que se administra entre los 12 y 15 meses de vida y nuevamente entre los 4 y los 6 años de edad.
- Las mujeres embarazadas, niños con tuberculosis, leucemia u otros tipos de cáncer para los cuales no reciben tratamiento, personas que por alguna razón tienen el sistema inmunológico debilitado y pequeños con una historia clínica de reacciones alérgicas graves, son grupos de alto riesgo que no deben recibir la vacuna contra el sarampión.
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